A la Areca también se la conoce con el nombre palmera amarilla, ya que los pecíolos de sus hojas poseen una característica coloración en tonos amarillos verdosos. De la misma mata salen varios tallos tipo cañas, coronados por hojas de gran tamaño finamente divididas en múltiples foliolos también de una coloración amarillo verdosa muy atractiva.
Es originaria de Madagascar, donde alcanza gran tamaño, pero ha demostrado una magnífica adaptación al crecimiento en interiores. Además de elegante, la areca nos ayuda a mantener sano el aire de nuestros hogares.
Se debe pulverizar a menudo para que pueda llevar a cabo su elevada transpiración y así eliminar las toxinas químicas del aire. Una planta de 2 metros de altura transpirará por sus hojas en 24 horas una media de 1 litro de agua, por lo que podemos deducir que es exigente en cuanto al agua de riego.
Este alto índice de transpiración, unido a la capacidad de eliminar las toxinas del aire, hace que sea considerada una de las mejores plantas de interior.
Para mantener la areca con la suficiente humedad en tierra es recomendable cultivarla en una hidro jardinera, o en tiesto con el orificio de drenaje en el lateral a unos centímetros de la base para albergar una capa de piedras o rocas volcánicas.
Si las puntas de las hojas adquieren tonos marrones no implica un decaimiento de la areca, simplemente es señal de que no tiene la suficiente humedad ambiemtal. Para evitar las puntas marrones hay que pulverizar las hojas con regularidad.
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